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29 »Cuando escuchen el ruido
de los soldados y sus caballos,
toda la gente saldrá corriendo;
algunos se meterán en el monte,
otros treparán por las rocas,
y todas las ciudades quedarán abandonadas.
¡No quedará en ellas un solo habitante!

30 »¿En qué piensan ustedes,
habitantes de Jerusalén?
Su ciudad está en ruinas,
y ustedes la visten con ropa fina.
¿Para qué le ponen joyas de oro?
¿Para qué la maquillan,
si Egipto y Asiria la han traicionado
y lo único que buscan es su muerte?»

Habla el profeta

31 «Escucho gritos de dolor.
¿Será acaso una mujer
dando a luz por primera vez?
No, no es eso;
son los gritos de Jerusalén
que ya no puede respirar,
y a gritos pide ayuda.
Con los brazos extendidos, dice:
“¡Me estoy muriendo!
¡He caído en manos de asesinos!”»

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